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El pasado 31 de marzo, con motivo del Día Internacional de la Visibilidad Trans, el área de Diversidad de Fundheg realizó un encuentro con otras organizaciones defensoras de los derechos de la población LGBTIQ+

Enmarcado en el proyecto “Más Mujeres Más Democracia”, durante la jornada se reflexionó acerca del impacto que tiene la ausencia del Estado provincial en la aplicación de políticas públicas destinadas al sector.

El acceso a la salud fue puntualizado como la principal preocupación. “Hoy no se hacen cargo de los tratamientos de horminización, y sabemos que existen los consultorios amigables, pero desconocemos en qué situación están, varias compañeras dejaron de atenderse porque no dan turnos”, detalló Maru Soberón, coordinadora del área de Diversidad de Fundheg.

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De la actividad, en la que participaron alrededor de 20 personas integrantes de las organizaciones “Vientos de Libertad”, “Las fuerzas transfeministas”, “Corrientes Diversas” y “Las Lisas”, se concluyó en la necesidad de elaborar notas formales a fin de tener precisiones y certezas respecto de la implementación efectiva, y de la continuidad de estas políticas. 

“Ante la falta de respuestas, vamos a plantear los reclamos formales tanto al Ministerio de Salud como a la Dirección de Diversidad de la provincia. Necesitamos saber si el Estado tiene algún interés en hacerse cargo, porque ya sabemos que el Estado Nacional prácticamente dejó de destinar recursos para los tratamientos”, remarcó Maru.

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Retrocesos a escala global

Esta realidad vivida por la población LGBTIQ+ lamentablemente no es un fenómeno local. En distintos países del mundo se observa un preocupante retroceso institucional, con gobiernos conservadores, discursos de odio y políticas de exclusión que generan escenarios cada vez más hostiles.

En Reino Unido, fallos judiciales recientes limitan leyes de igualdad, restringen el acceso a espacios seguros y la participación; en Hungría, se prohíben las marchas del orgullo gay y las reuniones, y se sanciona la visibilidad pública de la diversidad sexual; mientras tanto, EE UU elimina el acceso a la identidad de género, la salud, el deporte y programas de protección; y en Colombia, conmocionó el asesinato de Sara Millerey, un crimen de odio como correlato directa del discurso transodiante, la mataron brutalmente: quebraron sus brazos y piernas, y la tiraron a un río.

“Lo que pasó con Sara fue muy impactante para nosotras, porque a nivel local también venimos sufriendo golpes así. Recientemente en Bella Vista, una chica de apenas 19 años se suicidó, estaba muy afectada por la discriminación, venía atravesando una situación de depresión, la familia no aceptaba su condición sexual, y nos afectó mucho la pérdida de una chica tan joven”, comentó Maru.

A esto se suman otras dos pérdidas: una compañera que convivía con VIH, que no podía acceder a los medicamentos, y que falleció tras ingresar al hospital con múltiples golpes, y otra compañera fallecida producto de consumos problemáticos.

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Estas situaciones grafican la innegable necesidad de un Estado presente, y dan testimonio de los afectos de su retirada de la implementación de políticas públicas.

“Antes teníamos diferentes organismos a los cuales podíamos recurrir, el INADI, la Dirección de Diversidad, existía el Ministerio de Mujeres y Diversidad, pero hoy todo eso no está, y hoy tampoco sabemos si hay un interés de la justicia en hacer las averiguaciones correspondientes”, denunció Maru.

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En este marco de exclusión, discriminación creciente, negación de derechos adquiridos y retrocesos institucionalizados, el trabajo cotidiano de la comunidad LGBTIQ+ afronta la contradicción entre la necesidad de hacer un mayor esfuerzo por defender sus derechos, y el peligro latente de exponerse a represalias.  

“Tenemos un Gobierno Nacional antiderechos, que está haciendo todo lo posible para sacarnos lo que hemos obtenido con mucho sacrificio, como la ley de identidad de género y los tratamientos hormonales, y los discursos de odio son permanentes desde que empezó este mandato. Hay muchos ataques de odio, y hay muertes de por medio, muertes que quedan en la nada. Todas estas cosas que vienen sucediendo tienen un impacto, y aunque no queremos caer en eso, o decirlo, hoy tenemos miedo”, explicó Maru.

“Todos estos retrocesos nos tiran un poco para abajo, y lo vivimos como una situación de peligro, y al mismo tiempo, también nuestro entorno es muy fuerte porque venimos trabajando desde hace mucho tiempo, y nos vamos encontrando con otras compañeras y organizaciones que trabajan a la par nuestra, entonces nos refugiamos en ese entorno”, concluyó.

Corrientes, Argetina

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